lunes, 6 de octubre de 2008

Esmeralda

Microcentro de la ciudad de Buenos Aires. 6:40 am. El 29 agarra diagonal norte (Roque Saenz Peña) y va cortando en precisa linea recta la monótona simetría cuadrangular en que fueron dispuestas las manzanas. A eso hora de la mañana todo es nuevo; implacable e indiferente a la sensibilidad que trae el recién despierto, la realidad propone innumerables estímulos que uno no tiene más que masticar. Pienso azarosamente. Si Pompeya, Parque Patricios, La Boca, el arrabal es el tango, el microcentro, la calle Corrientes, el tráfico insufrible, la gente con traje caminando rápido, los edificios inmensos, los taxis tambien exudan tango, pero el de Piazzola.
En esa vigilia receptiva vi una imagen que activó en mí un proceso de asociaciones y relaciones. En la esquina exacta de diagonal norte y Esmeralda hay un inmenso edificio, de un color beige grisaceo producto del smog y la impersonalidad. Una mole entre otras moles. Me nace un sentimiento mezcla de incredulidad y desproporción al ver estas construcciones y verme a mí y a mis débiles manos de carne. La inmovilidad pétrea contrasta con el frenesí de nosotros, los diminutos. En esa gigantesca elevación sin rostro, de formas estrictas, de un color que activa solo negatividad, está remachado, impuesto sobre la piedra alisada un cartel azul de letras blancas que denuncia el nombre de la calle: Esmeralda.
El nombre reemplaza al objeto. El objeto está ahí, pero dicho. Imagino una esmeralda incrustada en la carne de la ciudad, queriendo enfrentar con su belleza tanto anonimato. Imagino al rebelde que decidió ser el encargado de cambiar algo en la simétrica frondosidad de concreto, que decidió intervenir con el arte, logrando que el arte nunca fuera más activo, funcional y sublevado.
No vislumbro ninguna objeción cuando digo, con total convicción, que el cartel de Esmeralda, solitario, resignificado por mis ojos, resistiendo con su azul incongruente, con sus letras blancas y discretas, con su concepto contenido haciendo frente a todo horror posible o real , es poesía.